Dicen que empezaron a preguntarse…
15 años después del holocausto nazi…
dónde estuvimos nosotros, cómo no hicimos ni dijimos nada …
¿será así AHORA con el genocidio migratorio ?
http://www.eldiario.es/desalambre/Grecia-segundo-mortifero-crisis-refugiados_0_478752993.html
jueves 11-F a las 7 plaza mayor Xixón:
Concentración Justicia y Derechos Personas refugiadas y/o migrantes.
https://asturiaslaica.wordpress.com/2016/01/27/manifiesto-por-las-personas-refugiadas/
La Elvira, rumbo a Venezuela.
Los españoles emigraban especialmente a otros países europeos, pero los más pobres, quienes no tenían contactos ni nadie que los acoja, no tenían más remedio que emigrar al nuevo continente. Y era entendible, ya que en esa época del primer franquismo un agricultor con mucha suerte podía ganar de 10 a 20 pesetas al día. Recordemos que en aquella época la cotización de la peseta española fluctuaba aproximadamente en 20 pesetas con respecto al dólar. Estamos hablando que con suerte se alcanzaba a ganabar un dólar diario, mientras que los rumores de los familiares de quienes habían emigrado a Venezuela, decían que en ese próspero país se ganaba entre 8 y 10 dólares por día de trabajo.
Esta historia empieza en la Semana Santa de 1949, cuando un centenar de personas se escabulleron por el muelle de Las Palmas y embarcaron en varias canoas. En su mayoría eran campesinos de Gran Canaria, que en ese tiempo y con suerte habían podido vender sus tierras y animales, y algunos hasta se habían endeudado con sus familiares para poder pagar las 4000 pesetas que costaba el viaje.
..uno de los organizadores del viaje, declaró que alojó en su vivienda a más de 20”. Si le hubieran aplicado la actual Ley de Extranjería habría pasado un mínimo de tres años en la cárcel por tráfico de personas..
“La Elvira” era una embarcación tipo goleta que el tenerifeño Ramón Redondo había comprado un mes antes por el precio de 250.000 pesetas. Se trataba de una goleta muy vieja que había pasado por varias manos, en su mayoría pescadores de la costa de África, y según decían, su construcción databa de hace más de 90 años.
Las canoas se dirigieron con los inmigrantes hacia la isla cercana de Fuerteventura, que es donde se hallaba anclada “la Elvira”, y apenas acababan de abordarla, cuando escucharon gritos y disparos provenientes de una lancha de la guardia civil. El capitán de la Elvira decidió no detenerse y desplegar las velas, era ahora o nunca. Gracias a esa maniobra temeraria del capitán, el grupo de españoles pudo seguir su travesía.
Las provisiones del barco consistían en patatas, garbanzos y gofio, que es una harina de cereal típica de las Islas Canarias.
Al amanecer, el dueño de la embarcación pasó lista y dio las primeras instrucciones en cubierta:
“Somos 85 hombres, 11 marineros, 10 mujeres y una niña de 4 años. Las mujeres dormirán en los camarotes de popa y los hombres en la bodega. Traten de tener un puesto fijo para no andar con peleas. Sólo hay 20 platos y 20 cucharas”.
En el pasaje hay 15 tinerfeños, 10 palmeros, cinco cubanos hijos de isleños y 15 peninsulares residentes de Murcia, Madrid, Almería, León, Orense, Asturias, Cuenca, Cádiz, Navarra y Baleares, así como un canario nacido en Filadelfia (Estados Unidos) y una joven venida al mundo en Auxerre (Francia).
Los primeros problemas empezaron a darse nada más al salir de las islas, ya que Antonio Rodríguez, alias «el puro», fue el capitán encargado de sacar el barco de las islas, pero luego debía transferirle el mando a Antonio Cruz Elórtegui, quien demasiado tarde confesó: “Yo sólo soy un perseguido político vasco. No tenía dinero, y ofrecerme como capitán era la única forma de embarcar”.
Los pasajeros tuvieron que acostumbrarse a comer las patatas que se pudrieron debido a la humedad y los garbanzos que habían estado embodegados desde hacía tiempo con gorgojo. El agua estaba estrictamente racionada a un vaso diario por persona.
Muchos nunca se acostumbraron a los mareos propios de la navegación. Como todos dormían en una gran bodega, siempre se levantaban mojados por los vómitos de sus compañeros, dormían uno encima de otro y se turnaban para que unos estuvieran en cubierta del barco y otros abajo, pues no cabían todos.
En medio del Atlántico una tormenta estuvo a punto de hundirlos, pero la nave logró soportar el temporal. Eso sí, sufrió varios daños, de los cuales el más importante fue la ruptura del timón que fue arreglado por «el puro».
Habían navegado ya más de un mes y la moral de los inmigrantes estaba por los suelos, no sabían si su improvisado capitán alguna vez divisaría tierra o morirían en el mar, de hecho, el lugar al que arribaran ahora era lo de menos, lo que todos querían era desembarcar.
Descorazonados y para no deshidratarse, ya casi nadie sabía a cubierta, pasaban casi todo el día en la bodega, donde sólo cabían tumbados y apretados como sardinas en lata. Hacían sus necesidades tras unos tablones. Vomitaban unos sobre otros y pronto se llenaron de piojos. El ácido de los vómitos y el salitre del mar desgastaron sus ropas que pronto se convirtieron en harapos. Con aquellos jirones, las mujeres hicieron compresas cuando se les presentó la regla.
Al amanecer del 22 de mayo, tras 36 días de viaje, alcanzaron el puerto de Carúpano, en Venezuela. Al llegar a la costa, famélicos, tras 36 días de calamidades, se lanzaron sobre una fruta extraña que olía a trementina y que pensaron que era venenosa, pero pudo más el hambre que el miedo a morir. Tuvieron suerte, esas frutas eran mangos.
Así se escribe la historia de cientos de inmigrantes isleños que, como ahora ocurre con los africanos que llegan en cayuco al Archipiélago, emigraron a América en los años 40 y 50 en busca de un futuro más próspero para ellos y sus familias.
Navegaron aproximadamente 6000 Km en 36 días.
Antes de fallecer, Ramón Redondo, el propietario del barco, escribió el final de la aventura:
“Fuimos remolcados hasta La Guaira por una lancha de la Guardia Nacional Venezolana. Las autoridades nos reseñaron como inmigrantes voluntarios. Luego nos trasladaron hasta un centro de inmigración en Caracas. De ahí nos llevaron al estado de Yaracuy, a un campo azucarero llamado Matilde, donde estuvimos limpiando surcos y abonando los cañaverales. Después de un mes regresé en autobús hasta Caracas, donde viví en una pensión y limpié coches por la noche. Me enteré de que habían trasladado «La Elvira» hasta Puerto Cabello. Allí me fui. Unos pescadores me acercaron hasta ella y me dejaron solo. Lo encontré todo tan desmantelado que me dieron ganas de llorar. Subí por las jarcias hasta lo alto del mástil y rescaté la bandera española que habían hecho las mujeres con trozos de tela (…). Volví a Caracas y, después de muchos contratiempos, organicé mi vida, me casé y tuve cuatro hijos”.
Este solamente es un caso de cientos de naves que salieron de las Islas Canarias hacia América, especialmente a Venezuela. Se calcula que, sólo en los años 40, de aquellas Islas salieron 128.000 canarios hacinados en barcos de vela.
Nadie puede elegir el lugar y el tiempo para nacer, pero si alguien se gasta todo su dinero en un viaje que le puede costar la vida, es porque realmente en su país de origen la está pasando muy mal. Es triste que muchos de los otrora países migrantes, ahora criminalicen y persigan a gente que sólo busca un medio de subsistencia.
Juan Francisco Martín Ruiz, catedrático de Geografía Humana de la Universidad de La Laguna y experto en movimientos de población, deja claro que “en términos comparativos, salían más emigrantes de Canarias en determinadas épocas de la historia que los que llegan ahora a nuestras costas”. Por este motivo, asegura que debe existir “un principio de solidaridad entre las poblaciones que hay que respetar” y no debe perderse la “memoria histórica”. Martín incide en que “el carácter eminentemente migratorio de los canarios se refleja en determinados periodos de la historia”. “La llegada de veleros clandestinos a Venezuela y otras repúblicas de América latina era muy frecuente y similar a la que se está produciendo ahora con los cayucos. Así, nos encontramos una Canarias emigratoria desde el siglo XVIII, e inmigratoria sólo desde 1980”, concluye el profesor Martín Ruiz.
MANIFIESTO POR LAS PERSONAS REFUGIADAS
La convención sobre el estatuto del refugiado aprobado en Ginebra tres años después de la declaración universal de los derechos humanos, constituye la fundación de la protección internacional de las personas refugiadas. Junto con otras normas internacionales, obligan a los estados a asegurar a las personas refugiadas, cuyos países de origen no pueden protegerles de graves violaciones de derechos humanos, la protección internacional en los países de asilo.
La convención establece como principio la repartición de la responsabilidad: la idea de que la comunidad internacional debe trabajar conjuntamente para combatir las crisis de personas refugiadas, de manera que ningún país, o ningún grupo reducido de países, se encuentren solos ante la crisis. Sin embargo, la responsabilidad de afrontar las crisis de refugiados recae normalmente en países en vías de desarrollo: el 86% de las personas refugiadas están en países en desarrollo
En 2013, por primera vez desde la segunda guerra mundial, el número de personas que han tenido que abandonar sus hogares a la fuerza ha superado los 50 millones.
El problema está adquiriendo tales dimensiones que es necesaria una respuesta global para controlar este drama. Aunque el conflicto Sirio representa hoy la mayor crisis de personas refugiadas, no es ni mucho menos la única.
A mediados de 2014 los refugiados y las refugiadas del África Subsahariana sumaban alrededor de 3,4 millones de personas, el conflicto más importante de la región está situado en Somalia, y ya ha obligado a más de un millón de personas a huir del país.
Las poblaciones refugiadas que mas tiempo llevan en situación de exilio y olvido son la palestina y la saharaui. (67 y 40 años respectivamente).
El número de personas que huye del conflicto Sirio hace que este fenómeno migratorio sea ya uno de los más importantes de nuestra historia, según Antonio Guterres, alto comisionado de Naciones Unidas sobre los refugiados, “la crisis humanitaria más dramática a la que se ha enfrentado el mundo desde hace mucho tiempo”.
En Siria se cree que, en total, se han visto obligados a abandonar sus hogares a causa del conflicto más de 10 millones de personas (alrededor de la mitad de la población). De ellas, 6,5 millones están desplazadas dentro de Siria y alrededor de 4 millones han buscado refugio en otros países. Pese a la magnitud histórica de la crisis de personas refugiadas y al considerable impacto que ha tenido en los países vecinos, la comunidad internacional no ha prestado el apoyo necesario. La falta de proposiciones de reasentamiento ha hecho que los refugiados y las refugiadas se concentren en los 5 países vecinos (que están acogiendo actualmente a más del 95%).
El informe publicado en noviembre de 2014, llamado “Abandonados a la intemperie: La comunidad internacional deja desamparada a la población refugiada Siria”. Muestra la falta de voluntad política con las personas refugiadas del conflicto en Siria. En el informe se denuncia que los seis países del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo Pérsico (CCEAG) –Arabia Saudí, Bahréin, Emiratos Árabes, Kuwait, Omán y Qatar- no han ofrecido ninguna plaza de reasentamiento.. En el momento de la publicación del informe, en todo el mundo se habían ofrecido 63.170 plazas de reasentamiento, al mismo tiempo que ACNUR calculaba que en los cinco principales países de acogida hay 378.684 que precisan ser reasentadas urgentemente. Sin incluir a Alemania, los 27 países restantes de la Unión Europea (UE) solo habían prometido 6.305 plazas en total.
Es decir la respuesta de los países ricos del golfo y de los europeos es miserable y criminal.
Son los países limítrofes los que están soportando la acogida a refugiados: Los países vecinos al conflicto, Turquía, Líbano, Jordania, Irak y Egipto, acogen entre todos a 3,8 millones de personas refugiadas de Siria, el 95% del total de personas refugiadas Sirias en el mundo.
FALTA DE RESPUESTA EUROPEA.
En los primeros ocho meses de 2015, más de 350.000 personas alcanzaron la UE en busca de protección o una vida mejor. Más de 244.000 personas han llegado a las islas griegas, el 90 por ciento de las cuales vienen de zonas devastadas por la guerra en Siria, Afganistán e Irak. En lugar de dar una calurosa acogida a una proporción justa de las personas refugiadas del mundo, los dirigentes de la UE se han centrado principalmente en el control de las fronteras, la construcción de vallas y conseguir el apoyo de los países vecinos como guardianes de sus fronteras.
CIERRE DE RUTAS SEGURAS. Los estados de la UE están adoptando medidas para impedir la entrada de migrantes irregulares sin importarles los motivos que estas personas tengan ni las medidas desesperadas que muchas están dispuestas a tomar para alcanzar las costas europeas. Algunos países – Bulgaria, Grecia y España- expulsan ilegalmente a personas sin proporcionarles acceso a procedimientos de asilo y, a menudo, haciéndoles correr grandes riesgos.
Actualmente personalidades del gobierno, así como en los medios de comunicación, intentan justificar el creciente endurecimiento de las políticas de migración señalando que Europa está teniendo que ocuparse de mayor número de personas refugiadas y migrantes del que le corresponde. Los hechos desmienten estos mitos: la mayoría de los refugiados del mundo no salen de su región de origen.
NO EN NUESTRO NOMBRE:
Nosotros colectivos de la sociedad civil organizada no nos sentimos representados en las posiciones de nuestro gobierno en relación a los refugiados. Denunciamos como inhumana, ilegal y criminal la política de rechazo, evasiva o de inacción que actualmente lleva el gobierno español.
Nos dirigimos al gobierno asturiano , al gobierno español, a los grupos parlamentarios, al Defensor del Pueblo, al Parlamento Europeo…
para que asuman de inmediato la acogida de Personas Refugiadas y elaboren planes integrales coordinados que respondan a las demandas más urgentes ,
entre las que señalamos:
1. Proporcionar un mayor número de rutas seguras y legales para que las personas refugiadas lleguen a los países de la UE.
(estimación de necesidad de reasentar a 1,15 millones de personas refugiadas y el probable aumento de esta cifra en ese período.
Los Estados Miembros de la UE, que constituyen el bloque político más acaudalado, pueden y deben ofrecer al menos 300.000 plazas de reasentamiento y admisión humanitaria en los próximos dos años para las personas refugiadas más vulnerables de fuera de la UE. Esta medida podría llevarse a cabo mediante programas nacionales o a través de un programa obligatorio que establezca la UE.
2. Poner fin a las violaciones de derechos humanos en las fronteras externas de la UE poniendo fin a las devoluciones forzosas, los malos tratos y el uso excesivo o innecesario de la fuerza y proporcionar recursos efectivos a las víctimas.
3. La creación de “puntos críticos” en Estados Miembros fronterizos, prevista en la Agenda Europea de Migración, debe centrarse en garantizar el acceso a procedimientos de asilo individuales efectivos y en proporcionar condiciones de acogida adecuadas para todas las personas solicitantes de asilo.
Firman:
Comité de Solidaridad con la Causa Árabe.
Comité Oscar Romero
Comité de Solidaridad con América Latina
Hijas del Maíz
Soldepaz.Pachakuti
Colectivo de refugio Luciano Romero
Asociación Paz y Amistad
Asociación Asturiana Gaspar García Laviana
Picu Rabicu
Conceyu de Solidaridá y Xusticia
La Caracola-Iniciativas sociales.
Asamblea por la Paz. Siero
Comunidad Saharaui Asturias COSARA
Ecoloxistes N´Aición Asturies
Observatorio Asturiano para los DDHH en el Sahara .
Asociación Cultural Relatos del Viento
Asociación Asturiana de Solidaridad con el Pueblo Saharaui.
Asociación contra la exclusión ALAMBIQUE
Centru Social Autoxestionáu La Semiente
Asociación Cultural Mecigayuska
Asociación Cultural Folixa Astur.
Comunidades Cristianas de Base.
Asturias laica.
Fundación Siloé.
Movimiento por la Escuela pública
Charanga Ventolin
Comunidades Cristianas de Base
Movimiento por la sanidad pública.
L´Arcu la Vieya.
Coordinadora Asturiana de ONGd